Los memes cada vez atraen un mayor interés en internet, en algunas ocasiones incluso por encima de los influencers. ¿Quién se lleva el trofeo de ROI?
Las cuentas dedicadas a subir memes (aquellas construcciones multimedia que circulan en la red con un significado determinado, cómico o provocador) cada vez obtienen un número mayor de seguidores en Instagram. Además, su engagement es considerable, recibiendo cientos de likes y comentarios. En plena era del influencer marketing, este tipo de cuentas se han ganado un puesto en el corazón de los marketeros.
Un ejemplo es la agencia de social media Cult LDN, que está poniendo en marcha una campaña para el servicio de streaming Hayu echando mano a los memes. Unos memes que, si ya de por sí son poderosos, lo son más en este caso, pues tratan sobre “Keeping Up with Kardashians”. La campaña se centra en dos cuentas de Instagram dedicadas a subir memes de las hermanas Kardashian: Bound2West y ScouseBarbieX.
“Las cuentas de memes ofrecen un buen retorno de la inversión en comparación con los influencers, que ya no dan los mismos resultados“, señala Lauren Smeets, talent strategist de Cult LDN. “Es difícil para una marca crear el mismo tipo de agudeza que tienen de forma natural los creadores de contenido detrás de estas cuentas. Son muy cercanos, así que tiene un engagement espectacular”.
Además, las cuentas salen a favor de las marcas. Incluso las cuentas que suben este tipo de contenido con pocos seguidores obtienen altos ratios de engagement. Ni siquiera saben todavía lo mucho que valen, por lo que sus precios son bajos.
“Puedes pagar 15.000 dólares a un ifluencer humano con un millón de seguidores, en cambio al mismo número de seguidores en una cuenta de memes se pagan alrededor de 1.000 dólares”, señala Tim Armoo, CEO de la plataforma de influencer Fabytes, según Digiday.com. Y su engagement es, por regla general, bastante más estable.
Según Muhsen Syed, CEO de la firma CampaignDeus, el ratio de engagement (dividiendo los likes entre el número de seguidores) es del 3,5% en este tipo de cuentas relacionadas con la moda. Es la misma cifra que obtienen algunos de los influencers más mainstream.
Las cuentas de este tipo ya son entre un 5% y un 10% del total que la firma sigue. Aunque, según Syed, observar su crecimiento se complica porque muchas postean contenido de otras cuentas.
Para Zanna Wharfe, senior strategist de la agencia We Are Social, se trata de un enfoque bastante distinto. “Es un contenido específico que se produce con un look específico y un sentido del humor concreto, en vez de utilizar la influencia del individuo. Es una nueva plataforma de distribución”.
Pero, como siempre, hay pros y contras. Muchas de estas cuentas no se manejan por una persona específica, lo que puede resultar en cierta flexibilidad cuando se trabaja con las marcas. Sin olvidar el poder de las franquicias y del merchandising, que pueden ofrecer ingresos importantes. Pero su tono, normalmente irreverente, también es arriesgado. Además, ahora son algo novedoso, pero si muchas marcas se suben al carro, puede caer en la vulgarización.
“Todo comienza con alguien que hace algo auténtico“, señala Smeets. “Cuando crece, se vuelve menos cercano, más saturado y menos orgánico”.