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7 claves para convertir el estrés en energía de éxito

Todos tratamos de alejarnos del estrés y sus filosas garras. Desgraciadamente el estrés nos persigue como una sombra y a veces resulta extraordinariamente difícil escapar de él.

 

Pero, ¿y si pudiéramos transformar el estrés en éxito? Convertiríamos algo a priori abominable como el estrés en una poderosa arma para triunfar en nuestro trabajo.

 

A continuación repasaremos 7 útiles consejos para convertir el estrés en éxito laboral:

 

1. Respira

 

Algo tan sencillo como respirar puede aplacar nuestros nervios de manera extraordinariamente rápida y de forma mucho más eficaz que si nos repetimos a nosotros mismos una y otra vez que no hay en realidad motivo alguno para estar dominados por la ansiedad.

 

Para convertir la respiración en un escudo verdaderamente eficaz contra el estrés, deberemos tratar de inhalar y exhalar aire durante 30 segundos y hacerlo desinflando en todo momento nuestra frenética mente de pensamientos. Si los pensamientos nos asaltan, deberemos repetir el ejercicio hasta que logremos vaciar completamente nuestra mente.

 

2. Duerme más

 

Si nos levantamos cansados, nuestra jornada laboral transcurrirá casi inevitablemente por senderos cimentados sobre la negatividad más absoluta.

 

La gente tiende a ponerse más irritable cuando no duerme lo suficiente. Además con el pesado lastre del cansancio, hacer tareas aparentemente sencillas se vuelve casi misión imposible.

 

Para evitar que el sueño nos venza durante nuestra jornada laboral, debemos hacer nuestro el hábito de irnos antes a la cama, poniéndonos, por ejemplo, una alarma y desconectando a partir de entonces las mil y unas distracciones digitales a nuestro alcance.

 

3. Fija un horario para relajarte

 

A muchos se les llena la boca jurando y perjurando que están tan ocupados que encuentran ni siquiera tiempo para relajarse. Sin embargo, ¿no será quizás que no quieren encontrar tiempo para desconectarse?

 

Una buena manera de no pasar por alto las necesarias pausas en el trabajo es reservarles un hueco en nuestra agenda y ponernos alarmas en el ordenador o en el smarpthone para hacer realmente tales “breaks”.

 

Algo tan simple como dar un paseo durante 20 ó 30 minutos o hacer una pausa para el café puede obrar milagros en nuestras neuronas eternamente carcomidas por el estrés.

 

4. Lleva a cabo una única tarea a la vez

 

Dividir nuestra atención en múltiples tareas simultáneamente es no sólo la peor manera de no cumplimentarlas adecuadamente sino también de elevar hasta el infinito y más allá nuestros niveles de estrés.

 

Para gestionar las tareas que tenemos entre manos y abordar cada una de ellas de manera individual (dando plantón al nocivo “multitasking”) una buena idea es colgarnos del brazo de programas de gestión de tareas como Trello o Asana.

 

5. Mantén a raya el virus de la flojera

 

Dejarnos llevar por el¡ estrés puede abrir de par en par las puertas a la flojera (la que emerge de la quietud más absoluta).

 

Por eso es importante que nos mantengamos ocupados (sin que los quehaceres a los que estamos consagrados nos desborden). En dosis más o menos moderadas el estrés puede ser sumamente motivador. Todos tendemos, al fin y al cabo, a trabajar más rápido y más duro cuando una fecha tope pende amenazante sobre nuestras cabezas.

 

Es esencial que organicemos nuestras tareas pendientes en función de su prioridad para hallar el perfecto equilibro entre grandes proyectos muy exigentes y pequeños proyectos más o menos asequibles.

 

6. Cambia de escenario

 

A veces el estrés tiende a desinflarse como un globo cuando contemplamos las cosas desde diferentes puntos de vista.

 

Si sentimos que el estrés está (otra vez) a punto de desbordarnos, debemos despegarnos de nuestra mesa de trabajo y cambiar de escenario. Basta, por ejemplo, con abrir la ventana y dejarnos bañar durante unos segundos por la luz del sol.

 

7. Habla de lo que sientes con los demás

 

Cuando el estrés nos ataca, es positivo hacer a otros compañeros partícipes de nuestra situación. Quizás ellos estén lidiando también con el monstruo del estrés y juntos habrá definitivamente más posibilidades de derrotarlo.

 

Las palabras, las que confiamos a nuestros colegas, refuerzan nuestros vínculos con ellos, crean un mejor ambiente de trabajo, rebajan los niveles de ansiedad y dan alas además a la productividad.

 

 

 

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